El día del ballotage, si no estoy equivocado, fue también el aniversario de nuestra mudanza a este departamento. Pasó más de un año desde entonces y a veces parece que fue ayer y a veces parece que pasaron cinco años. Una cosa que no extraño de las semanas previas a la mudanza es la carrera angustiosa por encontrar un lugar donde vivir — un lugar, quiero decir, que esté al alcance del bolsillo y que no resulte demasiado deprimente.
Cuando me mudé a La Plata por primera vez, hace veinte años, recorrí varias pensiones. Uno de los cuartos que me ofrecieron era un rincón húmedo y sin ventanas, al que se accedía bajando por una escalera lo que podría considerarse medio piso, es decir que era medio sótano; una bombita solitaria colgaba de un cable que se perdía en el techo, y su luz amarillenta se la tragaban las paredes grises. Estuve a punto de alquilar ahí porque la plata no alcanzaba. Ahora estamos, a pesar de todo, mucho mejor: tenemos, entre otras cosas, un patio grande. Y desde hace tres días tenemos también una nueva compañera.
Pumba llegó el lunes, o sea (si hago bien la cuenta) un año y ocho días después que nosotros. Es una perrita hermosa que ya se está acostumbrando a vivir con Pavel, el gato, o haciendo que Pavel se acostumbre a vivir con ella.
Son mudanzas en ambos sentidos: cambios de dirección, movimientos permanentes del punto A al punto B, y también alteraciones en la realidad, en los hábitos, en las posibilidades. Cambios de vida, bah. Para Ceci y para mí, para Pavel y Pumba. Y también, desde el ballotage, para todos los que vivimos en este país. Mudanzas, mutaciones, momentos de fractura.
Esta newsletter también se mudó el año pasado, de Revue, un servicio que expiró, a Substack, otro servicio que aceptó gozosamente la transferencia de la lista de correos, es decir, de las direcciones de todos ustedes que leen esto. Y ahora estuvo a punto de mudarse de nuevo porque Substack decidió por alguna razón que esta newsletter era spam y la volvió inaccesible, invisible. Me dio bronca por un rato; me puse a buscar alternativas y ya tenía todo listo para mandarles el boletín manualmente cuando el equipo de soporte me respondió diciendo que habían cometido un error y que rehabilitaron el acceso. En fin, no me gusta lo que pasó pero hay cosas peores; si quieren leerme siempre van a poder hacerlo. Bueno, mientras yo escriba. Algo que no he estado haciendo mucho últimamente.
Ahora que escribo esto (que escribo que no escribo) pienso que sería interesante que cada envío de esta newsletter fuera la excusa para, ya que estamos, escribir más. Me refiero a mí, pero también a ustedes. Como no estoy dando taller en estos momentos, la vocación de inventar consignas, excusas para la escritura, no tiene un cauce concreto; pero podría ser éste, ¿por qué no? Ya les planteo una consigna que tiene que ver con el tema de este envío: cuenten (si quieren) la experiencia de una mudanza, de irse a vivir a otra parte, por propia decisión o por la fuerza, para mejor o para peor; una experiencia real o inventada, propia o ajena, lo mismo da.
Pueden mandarme sus comentarios, preguntas, puteadas, historias (ya sea sobre la consigna o no) a esta casilla; también les pueden compartir este mensaje a quien crean que le puede interesar suscribirse, cosa que es gratis. No sé todavía cómo funciona el tema de responder directamente a la newsletter. Prueben también de esa manera, si quieren.
(Mencionaba que la suscripción es gratis; esto va a ser siempre así, a menos que en algún momento dé la opción, la opción nada más para quien quiera, de comprar una suscripción paga. Por ahora, no hay suscripció paga. Como siempre, si quieren colaborar pueden hacerlo con un cafecito virtual pero, francamente, ¿por qué no obtener algo a cambio de su billetito? Acá pueden comprar alguno de mis libros; el costo es el mismo, más o menos un dólar. Hacen click en la pestaña “Libros”, eligen uno, pagan por Mercado Pago y descargan. Es fácil y ayuda.)
Mudanzas, cambios, alteraciones: lo que se viene para todos en los próximos días, semanas y meses. En realidad lo que se viene es el producto de cambios que ya ocurrieron. Por eso recomiento enfáticamente este video en el que Victoria de Masi, que se metió en el centro del huracán libertario y vivió allí durante varios meses, cuenta qué sacó en limpio de la experiencia.
Los dejo con esto, por hoy. Nos vemos pronto.